Pero siguiendo con el relato y las fotos del viaje, retomo. Este vehículo cargado de zapallos lo vimos en el trayecto desde Ademuz a Chulilla. Mr Wasserfloh me dijo en una curva que si seguía moviéndome mucho terminaríamos besando el suelo. Lo que tengo que agradecer es la chaqueta que me prestó Silvia, que me mandó sin preguntar, y que tiene protecciones en caso de caídas. Guapa no me veo, tampoco voy cómoda de casco y botas, pero fui bien asegurada.
Todo valió la pena ya que llegamos a este pueblo lindísimo que es Chulilla. Ninguno de los pueblos que hay alrededor cuenta con el encanto impresionante que tiene Chulilla, con sus 718 habitantes, a 59 km de Valencia. Además, se sabe tratar mejor al turista y eso se nota. También hay senderismo, escalada, pesca deportiva, y un balneario (Fuencaliente). Nosotros tuvimos la suerte de encontrar un departamento libre en La Rueda (C/Ermita 8, 46167- F: 961 657 025), por el mismo precio que en otras localidades habíamos conseguido sólo una habitación, 55 euros.
El pueblo está lleno de rincones interesantes. Esta es una toma de un costado de la iglesia, cuando bajamos del castillo.
Luego de probar vinos, jamones y cervezas de la localidad, decidimos ir a conocer el impresionante embalse de Benabéger, terminado de construir el año 1955, después de luchar por décadas contra la naturaleza.
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